EL VALOR DE LA AMISTAD
Por Guillermo Flores García
Conforme pasa el tiempo, cada segundo, cada minuto que vemos devenir nos ofrecen grandes y sorprendentes enseñanzas. Hacía muchos años, desde la infancia, para ser más precisos, no había tenido la oportunidad de volver a ver a algunos paisanos. Se presentó el momento de intercambiar experiencias el mes de abril de 1999, en la Capilla Alfonsina de la Universidad Autónoma de Nuevo León donde se publicó el libro “Historia de dos Templos”.
Con este motivo, nos encontramos antiguos compañeros de la escuela, entre ellos pude saludar a Manuel Jezzini, condiscípulo de mi hermano Rogelio; y a su hermana Leyla. Se experimenta una sensación agradable convivir de nuevo con familias muy cercanas y también muy distantes, cercanas por la identificación del lugar de origen y distantes por el tiempo y el espacio, que pueden alejarnos circunstancialmente.
Todo esto ha propiciado un acercamiento bastante positivo entre varios villaldamenses, pues creo y siento que todos estamos de acuerdo en que esta comunicación nos brinda la oportunidad de compartir momentos tristes o agradables que nos van dejando los años.
Por otra parte, con todo esto, se reafirma la idea de que, el pueblo donde hemos nacido nosotros mismos lo representamos y que donde estemos, ahí estará también el pedazo de tierra que nos vio nacer y por lo mismo le debemos mucho y de alguna manera hay que devolverle por lo menos algo de lo que hemos recibido. Un poco a la distancia del tiempo pasado que no es breve, siento que en cada uno de los que ahora convivimos se puede ver que nuestra familia ha crecido, porque aún cuando todos hemos perdido algunos seres queridos, sin embargo los que ahora con frecuencia nos reunimos, estamos haciendo presentes con nuestros recuerdos y nuestras pláticas a quienes ya no nos acompañan.
Todo esto me da una sensación de que hemos logrado una ampliación de nosotros mismos. Pero el motivo principal de estas líneas es comentar que desde hace algunos meses estamos visitando a Minín y a su familia, en su casa del Contry.
Francamente estoy muy agradecido por la hospitalidad que nos han ofrecido, han sido todos muy amables, aún en la enfermedad de Manuel nos han brindado muchas atenciones.
Aprovecho este espacio para dirigirme especialmente a Minín y expresarle algunos pensamientos. Primeramente te digo Manuel que me ha sorprendido favorablemente tu actitud ante la enfermedad, estoy aprendiendo de tu fortaleza, de tu serenidad, te veo en paz y tranquilo y eso significa que estás aceptando la voluntad de Dios.
Creo que estás viendo la enfermedad como un camino seguro hacia la felicidad, es un camino ciertamente desconocido pero esperanzador, porque cada día que vivimos es incierto pero también es alegre, pues es un regalo más de la vida.
Puede ser difícil que aceptes tu enfermedad, es razonable comprenderlo de esta manera, sin embargo pienso que tienes en ella una gran riqueza que estás compartiendo con nosotros, tus llamadas por teléfono son signos de apertura y de generosidad. Yo se que estás atento y abierto a la amistad que el tiempo nos está permitiendo compartir.
Espero que esta actitud firme y valiente la conserves siempre y que nuestra comunicación sea una luz que resplandezca en todos los momentos de tu vida. Admiro tu actitud ante la adversidad, sé que tus disminuciones físicas han ensanchado tu gran corazón se también que tu mente está atenta a sentir la alegría de vivir y a seguir bromeando como siempre. Te transcribo estas palabras de Ernesto Cardenal, tomadas del libro, Vida en el Amor, pues me parecen adecuadas al momento actual:
“En los ojos de todo ser humano hay un anhelo insaciable. En las pupilas de los hombres de todas las razas; en las miradas de los niños y de los ancianos y de las madres y de la mujer enamorada, del policía y el empleado y el aventurero y el asesino y el revolucionario y el dictador y el santo: existe en todos la misma chispa de deseo insaciable, el mismo secreto fuego, el mismo abismo sin fondo, la misma ambición infinita de felicidad y de gozo y de posesión sin fin. En todos los ojos humanos existe un pozo profundo, que es el pozo de la samaritana. Toda mujer es una mujer junto al pozo. El pozo es profundo. Y en el brocal del pozo está sentado Jesús. “Y la mujer le dijo: Señor, no tienes con que sacar el agua y el pozo es profundo”… “Respondió Jesús y le dijo: Quien bebe de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé nunca tendrá sed, sino que el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua viva que saltará hasta la vida eterna”. “Y le dijo la mujer: Señor, dame de esa agua para que yo ya nunca tenga sed” Jn 4, 11-15 . ¡Esta sed que hay en todos los seres es el amor a Dios!
Por ultimo para toda la familia de Minín especialmente para Gloria su esposa y Sarita su hermana les puedo decir que la unidad de ustedes es fuente de fortaleza y de energía para todos, en particular para sus hijos y sus nietos. En fin mi deseo es que conserven siempre una gran esperanza, la enfermedad de Manuel el esposo, el hermano, el padre, el abuelo, es un tesoro que ustedes deben valorar porque ahí también se encuentra el dolor, el sufrimiento y las preocupaciones que todos vivimos y que con el tiempo se convertirán en alegrías y satisfacciones que permanecerán para siempre.